Museo de la Evolución Humana

           MEH  (Museo de la Evolución Humana)

Situación: Burgos

Arquitecto Juan Navarro Baldeweg

Construcción de 2004 a 2010

Presupuesto: 8.000.000€


Este proyecto arquitectónico, está diseñado por el arquitecto español Juan Navarro Baldeweg.

Construido en Burgos, a orillas del río Arlanzón, en el solar de Caballería, con una superficie de 15.000 m2 y un presupuesto inicial de 8 millones de euros. El complejo se inauguró en 2010.

Se compone de tres grandes volúmenes El Museo de la Evolución Humana es el edificio central y eje articulador del Complejo de la Evolución Humana y se encuentra flanqueado por el Centro Nacional de Investigación Humana (CENIEH) y por el Palacio de Congresos.

El proyecto nace vinculado a la necesidad de conservar, inventariar y divulgar los restos arqueológicos procedentes de los yacimientos de la sierra de Atapuerca, constituyendo un referente internacional en relación con el proceso evolutivo del hombre en sus aspectos ecológicos, biológicos y culturales en secuencia cronológica.

Este proyecto arquitectónico busca reproducir la Sierra de Atapuerca en la ciudad.  Un prisma orientado norte-sur con unas dimensiones (30 m de altura, 60 de anchura y 90 de fondo) que convierten la zona de entrada en un gran espacio diáfano, espectacular por su volumen y luminosidad, donde prima el equilibro y la pureza de líneas. Una doble piel de vidrio forma las cuatro fachadas y la cubierta permite la luz cenital, dotando al espacio de una acusada luminosidad y facilitando su eficiencia energética. Esta cubierta queda mantenida por unas enormes aspas de acero de color rojo, elemento sustentante pero también simbólico.

Esta apuesta estructural ayuda, realmente, a recrear el ambiente natural de la Sierra de Atapuerca y es una de las grandes apuestas del proyecto. “Desde el primer momento tuvimos claro que éste debía ser nuestro objetivo: lograr poner en relación arquitectura y naturaleza. El MEH puede verse como metáfora de la vida en general y de nuestra relación con la vida y también con el sol”, según palabras del arquitecto.

Una arquitectura que sabe encontrar el equilibrio entre lo icónico y el anonimato y, sobre todo, entre una parte conceptual y otra más emocional. Un fluir de estados de ánimos se despliegan en la visita al museo y eso es ya una garantía de que la arquitectura está presente y ha sabido encontrar su sitio, una arquitectura que sueña con hacer ciudad en vez de imponerse al resto de la ciudad.

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