En la última década, he viajado desde Málaga a Ourense, tres o cuatro veces al año, siguiendo tres rutas distintas para ir y venir, según las necesidades del viaje o por imposiciones del clima, iba por Madrid, por la Ruta de la Plata o por Portugal, a una media de 1.068 km por trayecto, nos da la desorbitada cifra de 74.560 km, suficientes para dar casi dos vueltas alrededor del mundo.
Como pasajera, veo pasar a cámara rápida, campos, edificaciones, pueblos y polígonos industriales, enmarcados por la ventanilla del coche
Observo el paisaje y veo cómo va cambiando con el tiempo, los distintos cultivos y el paso de las estaciones. Cómo el hombre lo va modificando, construyendo nuevas estructuras que veo progresar viaje a viaje y cómo se van deteriorando con el paso del tiempo y el abandono, las ya existentes. Aprovecho esos días de luz especial para ir fotografiando, a través del cristal de mi ventanilla y de alguna manera, conseguir capturar y documentar, el pasado y el presente de esos lugares comunes, tantas veces entrevistos.